La Educación Basada en Competencias (EBC) surge como una concepción formativa en el mundo del Trabajo.
Su propósito está relacionado con la productividad, en el sentido de lograr que los egresados de los
procesos de capacitación dentro de la empresa, se incorporen
productivamente a su actividad laboral, apenas concluyan el programa de
capacitación.
En otras palabras, se busca minimizar, y eventualmente
reducir a cero, el tiempo de adaptación a la
realidad de trabajo.
Para ello, la referencia formativa, vale decir la
base curricular, es el trabajo mismo expresado según el análisis de las funciones que se cumplen en el cargo, o bien la norma o práctica operativa aplicable en el caso de actividades específicas.
En el caso, por ejemplo de un OPERADOR DE EQUIPO LIVIANO, o ANALISTA DE OPERACIONES; para uno y otro cargo se
dispone del análisis operacional con la especificación de las
competencias y las correspondientes prácticas operativas. Luego para
formar operadores de equipo liviano, se planifica la formación con base en el perfil de competencias correspondiente.
Ahora bien, si en uno de los Operadores o de los Analistas se detecta un problema de seguridad, eficiencia o de cualquier otra naturaleza, en una de las competencias del perfil del cargo, y se determina que dicho problema se resuelve por la vía de la capacitación, entonces se procede a trabajar con dicha competencia y las respectivas normas o prácticas operativas, siendo esta la forma como se procede con la satisfacción de necesidades manifiestas de capacitación.
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Por su parte, el mundo de la Educación, ante
la necesidad de vincularse con el mundo del Trabajo, toma el concepto
de Educación Basada en Competencias y procede a adaptarlo en
concordancia con sus fines para poder aplicarlo convenientemente.
La adaptación pasa por exigencias
educativas, entre ellas, tomar muy en cuenta la integralidad, los
contextos disciplinares y otros contextos, lo actitudinal y lo
valorativo y, quiza lo más importante: QUE EL MUNDO DEL TRABAJO ES SOLO
UNA PEQUEÑA PARTE DEL MUNDO DEL HOMBRE y, por lo tanto, debe tenerse
esto muy en cuenta al tratar las competencias en el mundo de la
Educación con miras a la integralidad formativa.
Asimismo,
para lograr un mejor enfoque laboral y que los egresados estén mejor
preparados para cumplir tanto con las tareas específicas de trabajo, en
su especialidad, como con las exigencias generales de interacción humana
propias del entorno laboral, se incluyen,
respectivamente, competencias duras y competencias blandas.
De la
experiencia se sabe, que en su mayoría las vacantes se llenan por las
competencias duras de los candidatos, o sea sus competencias técnicas, y la rotación o separación ocurre, generalmente, por fallas en las competencias blandas, sus competencias humanas o relacionales.
Una formación tal, redundaría en un mínimo tiempo de adaptación del trabajador a su puesto de trabajo.
Sin
embargo, puede decirse que las adaptaciones hechas a las competencias,
desde el mundo de la Educación, pasan por dos momentos aplicativos y en cada momento en su debida oportunidad, las competencias adoptan un cauce propio.
Un
primer momento a finales del Siglo XX, cuando se introducen las
competencias en la Educación Básica.
En esta primera adaptación, las
competencias son llevadas por el cauce que marca la integración de
conocimientos, habilidades, actitudes y valores, como visión de
conjunto, y se afianzan las competencias cognoscitivas, haciendo que los
docentes se formaran una idea, por lo demás equivocada, de
que el cambio de los objetivos a las competencias era un maquillaje y
que solo era una cuestión de nombre.
Para citar algunos elementos que soportan este criterio, puede observarse que a pesar de haberse establecido las competencias, la formación sigue centrada en los conocimientos en desmedro de otros dominios y siguen
siendo más importantes los conocimientos que su aplicación; la
actuación docente sigue siendo centrada en la enseñanza en lugar de
centrarse en el aprendizaje; la evaluación sigue siendo normativa en
lugar de ser criterial y así, sucesivamente.
En descargo de los
docentes, es necesario aclarar que no ha habido la necesaria sensibilización
y especialización para el cambio de objetivos a competencias, con la
consiguiente preparación en teoría y práctica, y así poder transitar
apropiadamente por dicha vía.
En este primer momento de las competencias, se toman los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales como base de formulación de los indicadores.
El segundo momento adaptativo de las competencias al mundo de la Educación ocurre para la Educación Superior a principios del Siglo XXI, con las competencias según el Proyecto Tuning para la construcción del Espacio Europeo para la Educación Superior y ALFA Tuning en América Latina y el Caribe.
En esta segunda adaptación de
las competencias se toma como referencia las competencias laborales, se
proponen competencias genéricas, para cualquier profesional
universitario, y específicas por especialidades.
En
este segundo momento, la base de formulación de los indicadores son los
pilares de la Educación, según la UNESCO: Conocer, hacer, ser y
convivir.
En el caso venezolano, la aplicación de las competencias en Educación ocurre en los años 90 de fines del sigo XX, en
primer lugar, en los Programas de Formación para el Trabajo y, en
segundo lugar, en el subsistema de Educación Básica, principalmente,
Educación inicial y hasta el quinto grado de Educación Primaria,
faltando por implementar el resto de la Educación Básica.
En 2004 se dio
a conocer el mandato ministerial para la elaboración de perfiles por
competencias en la Educación Superior y en 2009 se oficializaron los
Lineamientos Curriculares para el Programa Nacional de Formación,
tratado ampliamente con el enfoque de competencias.
En
los ambientes educativos citados, la Educación Basada en Competencias
(EBC) cumple su propósito con base en diversos principios y características, entre ellos se encuentran los siguientes:
· Lo significativo del conocimiento no es su acumulación sino su aplicación.
· Los programas desarrollados por competencias deben centrar su aplicación en situaciones de la vida real.
· La actividad docente debe sustituir la enseñanza por el aprendizaje como centro de su razón de ser.
· Los aprendizajes deben lograrse por medio de la construcción participativa del estudiante.
· Los métodos didácticos deben dirigirse al fortalecimiento y desarrollo de competencias.
· Los
saberes, en lugar de los contenidos, se dirigen a “lo que es necesario
aprender” en contraposición a “lo que es bueno saber”.
· La
evaluación pasa de ser normativa a criterial y sus resultados se
sustentan con evidencias de aprendizaje y el desempeño de los
estudiantes.
· La evaluación es multifactorial: Diagnóstica, formativa y sumativa; y se realiza a través de autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación con resultados sobre una base individual en forma absoluta y no comparativa.
· La especificación de resultados de aprendizaje no se basa en promedios sino en el nivel de logro de las competencias.
· La enseñanza pasa de ser impartida a facilitada y mediada.
· La planificación en vez de basarse en contenidos se basa en indicadores y evidencias de aprendizaje.
· El constructivismo constituye la principal guía de acción del docente.
Desde
el punto de vista del Curriculo universitario, los diseños de carreras
basados en competencias parten del perfil del egresado elaborado con
base en el quehacer profesional, el cual se especifica mediante áreas de
competencia.
Las áreas de competencia agrupan a las competencias
profesionales a partir de las cuales se desagregan las unidades de
competencia con sus respectivas competencias e indicadores.
A lo largo
de este proceso se van especificando los saberes teóricos, los saberes
prácticos y los saberes valorativos relacionados con el conocer, el
hacer y el ser y convivir, correspondientes a los pilares de la
educación según la UNESCO.
Finalmente, todo este proceso conlleva al
cumplimiento de lo que son las competencias de acuerdo con la UNESCO:
· Conjunto
de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas,
psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo
adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea.